Resiliencia en adolecentes
Introducción
La resiliencia se expresa en la sorprendente
capacidad de muchos seres humanos que a pesar de crecer y vivir en medios
adversos, de alto riesgo, alcanzan competencia y salud, se desarrollan psicológicamente
sanos y siguen proyectándose al futuro.
Es la habilidad de recomposición y mantenimiento de
los mecanismos de adaptación frente a la adversidad, recurriendo a todas las
posibilidades para lograr un equilibrio entre factores protectores y de riesgo,
al mismo tiempo pone en evidencia fortalezas y aspectos positivos que
posibilitan un desarrollo más saludable.
La resiliencia es un proceso de desarrollo
saludable y dinámico de los seres humanos, en el cual la personalidad y la
influencia del ambiente interactúan recíprocamente.
El vocablo resiliencia viene del latín Resilo que
significa saltar, rebotar, resistir ante cualquier agresor; para los físicos
resiliencia es la cualidad que tienen los materiales para no deformarse ante presiones
y fuerzas externas; en las ciencias de la salud es la habilidad de resistir,
demostrar fuerza, endurecerse y no alterarse ante situaciones adversas y de
crisis.
El concepto de resiliencia se inició en el campo de
la psicopatología, constatándose con asombro que algunos niños criados en
familias con padres alcohólicos, no presentaban carencias en el plano
biológico, ni psicosocial, sino al contrario, alcanzaban una adecuada calidad
de vida.( Werner, 1989).
Desde la década de los ochenta se ha incrementado
el interés por conocer las características de aquellas personas que desarrollan
competencia, a pesar de estar inmersas en circunstancias con riesgo de
presentar psicopatologías (Osborn, 1990); por qué individuos inmersos en
ambientes saturados de riesgos bajo las mismas circunstancias, sólo algunos de
ellos salen victoriosos, mientras otros sucumben; a esas personas que
reaccionan de manera positiva con fuerza y resistencia se los llama
resilientes.
Para Michael Rutter la resiliencia es el conjunto de
procesos sociales e intrapsíquicos que posibilitan tener una “vida sana”
viviendo en un medio “insano”.
Las teorías del desarrollo humano han dejado
claramente establecidas las necesidades que tienen los seres humanos de crecer
y desarrollarse, lo cual es parte de su naturaleza, sin embargo en este proceso
emergen riesgos que deben ser enfrentados poniendo en juego toda su capacidad
de resistencia ante la adversidad para salir de ellas.
Todos nacemos con una resiliencia innata, con la
habilidad para desarrollar rasgos y cualidades que nos permiten ser
resilientes, sin embargo existe gran variabilidad de la respuesta de las
personas ante la adversidad, pues mientras unas habiendo vivido las más
terribles experiencias escapan a sus secuelas, otras en las mismas condiciones
sucumben a ellas, dejando entrever la existencia de algo que influye en la
respuesta diferente y que ciertas características en el ser humano le dan una
potencia diferencial frente a la adversidad.
Resiliencia en la adolescencia
El nacimiento es la primera individuación del ser
humano del vientre materno al medio externo, el recién nacido es acogido por el
medio familiar y queda bajo su cuidado.
La adolescencia es un segundo nacimiento, en el
cual el individuo nace a la sociedad más amplia, por tanto inicia un
desprendimiento del sistema familiar; una diferenciación psicosocial del medio
familiar que lo lleva a una resignificación de esas relaciones.
La emergencia de la adolescencia trae un nuevo
panorama en el cual debe reelaborar el concepto de resiliencia.
A medida que se avanza en edad, durante las etapas
de crecimiento, el medio familiar, escolar, comunitario, los comportamientos
emergentes, las nuevas interacciones sociales, los espacios de exploración e
inserción, ofrecen nuevas posibilidades tanto de enriquecimiento como de
riesgos.; el diario vivir es resignificación de sí mismo y de su entorno, esta
nueva dirección del desarrollo favorece la generación de adversidades.
En la adolescencia el proceso de crecimiento y
desarrollo es acelerado, los diferentes eventos de diferenciación se realizan
tan rápidamente que generan una crisis, la cual además de ser constructiva y estructurante
cumple la importante tarea de lograr la identidad, la adaptación e
incorporación a la sociedad, en este proceso adopta ciertas actitudes que la
exponen a múltiples riesgos, por tanto el enfrentamiento a situaciones de
adversidad es diferente.
Los adolescentes han acumulado necesidades y
destrezas y entran velozmente a probarlas con nuevos impulsos, capacidades
físicas e instrumentos cognitivos; las respuestas se basan más en la propia
comprensión de lo que es una situación de peligro potencial, en la autoeficacia
para responder a los riesgos y en la toma de decisiones ante los problemas.
Riesgo
Se sabe que no todos los adolescentes y jóvenes
corren los mismos riesgos, unos están más expuestos que otros a las
limitaciones y adversidades que pueden impedirles llegar a ser adultos
responsables y productivos.
La magnitud del riesgo en adolescentes y jóvenes
depende de la intensidad del compromiso de la conducta, del número de otras
conductas de riesgo asociadas, de la manera en que se constituyen en estilos de
vida, de la edad de inicio de la conducta y del grado de combinación con
conductas protectoras.
Desde la perspectiva familiar e incluso de grupos
adultos de la sociedad, la adolescencia rompe esquemas o interpreta realidades
de modo diferente, por lo que este segundo nacimiento no despierta simpatía.
El “adultocentrismo¨, acompañado por un
reconocimiento peyorativo del periodo adolescente es una adversidad insidiosa,
que facilita la construcción de la identidad negativa, la desesperanza y una
autoafirmación en el riesgo y la transgresión, que generalmente, se lo asocia y
estigmatiza con lo negativo: violencia, drogas, embarazos, bandas juveniles,
segmento poblacional problemático, deficitario y vulnerable.
La estigmatización del periodo adolescente no
favorece la resiliencia, haciendo que las capacidades resilientes se bloqueen,
se obstaculicen y se impida su expresión.
La evaluación sesgada de los jóvenes sin
compararlos con parámetros adultos, como reporta un artículo del Intimes sobre
muertes por consumo de drogas e ITS, los adultos tenían índices peores que los
jóvenes (Males 1995), incluso problemas compartidos por toda la población se
señalan como típicos de la adolescencia a la que se la trata como una especie
de chivo expiatorio de las debilidades sociales; la internalización juvenil de
estas asunciones devaluantes puede ser un “boomerang”.
La invisibilidad, la exclusión y la estigmatización
no favorecen el desarrollo de la resiliencia contribuyen, mas bien, a que la
identidad se construya de modo confuso, incompleto, parcial, con sentimientos
de desvalorización personal, haciendo su vulnerabilidad mayor y la propensión a
adoptar conductas riesgosas para satisfacer la deprivación a cualquier costo.
La necesidad juvenil de ser reconocido como
alguien, lleva a preferir ser alguien temido o detestado que ser nadie,
generándose riesgos severos.
La influencia negativa de pares, factores de la
personalidad, conducta antisocial y baja autoestima bloquean la resiliencia.
Factores de protección
Características
personales: autoestima, autonomía,
orientación social, necesidad de explorar límites, enfrentarse a sus dudas y
emociones, desafiar las potencialidades de su propio cuerpo y establecer nuevas
formas de relación con los adultos; sentimientos de invulnerabilidad, de
omnipotencia, la necesidad de demostrarse a sí mismos y al entorno la capacidad
de desafío de la norma, manifestaciones que si bien son normales y propias de
la crisis fisiológica de la adolescencia, si se hacen repetitivas o exceden los
límites de un comportamiento social aceptable, pueden convertirse en riesgos.
Familiares: cohesión, calidez y bajo nivel de discordia.
Apoyo social: estímulos adecuados, reconocimiento de su valor y personalidad en
todos los ámbitos, escolar, instituciones sociales, comunidad, etc.
Las expectativas y
confianza de las personas en los adolescentes, pone en evidencia las fortalezas
y aspectos positivos con que cuentan, por ello es necesario reconocer la
fortaleza innata de los jóvenes, de sus familias, de sus centros educativos, de
sus comunidades y no solo el riesgo, ni los problemas o la patología.
Si el medio adulto
cercano mantiene la empatía hacia la experiencia emocional adolescente,
facilita el desarrollo de la resiliencia, sin embargo, una de las pérdidas
frecuentes durante la adolescencia es la pérdida de la empatía del mundo adulto.
Se reduce la
vulnerabilidad adolescente al tener en el entorno la oportunidad de desarrollar
alternativas de respuesta que no sean destructivas; al recibir de adultos
significativos los modelos apropiados para la solución de problemas cotidianos.
Conclusiones
Teniendo en cuenta la
capacidad que tenemos los seres humanos para superas las adversidades que se
nos presentan en la vida podemos concluir que gracias a esto la sociedad tiene
personas capases de seguir adelante sin importar su condición volviéndonos así(
atribuyendo el termino) súper humanos .
Seguramente las
dificultades serán diferentes de igual manera los problemas y más a un las
soluciones; ojala todos pudiéramos desarrollar
esta capacidad e implementarla desde muy temprano así podríamos superar
casi todos los problemas obteniendo una vida mas saludable tanto física como
psíquica .
Referencias
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Factores de riesgo y protección. Aspectos generales de la salud en la
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